Esta obra de Fernando Marcos difiere de sus trazos y formas
características. Es un rostro, una faz, casi de naturaleza onírica, o
metafísica, donde la única forma de delineación nítida es el ojo derecho
del rostro; mientras que el otro ojo, la nariz y la boca, apenas se
vislumbran en una fusión de tonalidades, casi líquidas, quizás
voluntariamente ausentes, o bien, no materializadas. La pupila posee una
profundidad infinita, inconmovible, refulgente, rodeada por el color
verde del iris, abrasante. Quizás la clave de esta extraordinaria obra
del maestro Fernando Marcos se encuentra en una figura antropomorfa -¿un
ángel?- que al parecer se refleja en la pupila, imagen al mismo tiempo
de la realidad intangible, sólo vislumbrada como tal desde este mundo de
las formas ilusorias.
RVE
14 de Marzo de 2014
14 de Marzo de 2014
(Detalle).